A partir de las declaraciones del propio presidente electo

La elección de Jair Bolsonaro parece dificultar la legalización del juego en Brasil

Jair Bolsonaro, flamante presidente electo de Brasil y un fuerte opositor a la apertura de los juegos de azar en su país.
29-10-2018
Tiempo de lectura 2:44 min
Las declaraciones del nuevo presidente hacen complicado el camino hacia una legalización de los juegos de azar en el Congreso brasileño, aunque algunos analistas sostienen que hay oportunidad por tratarse de una actividad alternativa para la creación de nuevos tributos.

Con un discurso muy conservador y de derecha, el diputado federal Jair Messias Bolsonaro, de 63 años, fue electo como el nuevo presidente de Brasil, con 57,7 millones de votos, lo que equivale al 55% del total de los votantes en ese país.

El nuevo presidente concedió su primera entrevista, en Rio de Janeiro, junto a aliados como Magno Malta (PR-ES) e Onyx Lorenzoni (DEM-RS), opositores al juego en el país. Esta señal, junto a declaraciones de la prensa que presentan a Bolsonaro como “un vendaval conservador muy ligado al avance de los evangélicos”, podrían hacer pensar en un Gobierno no dispuesto a legalizar la actividad.

Incluso, algunos representantes del sector entienden que la proximidad del senador Magno Malta podrá dificultar la legalización del juego. “Aún sabiendo de la importancia de los valores tradicionales, conservadores y religiosos del presidente electo y de su entorno, el juego tendrá que ser tratado como una industria que genera tributos, inversiones y empleos”, aseguran sin embargo algunos analistas brasileños pro-juego.

Bolsonaro y el juego

El presidente electo conversó con el abogado Daniel Homem de Carvalho durante un almuerzo en la ACRJ, en mayo de este año. Allí, Bolsonaro se pronuncio en contra de la legalización de los juegos de azar, pero durante la campaña entró en un espacio de dualidad, al asegurar públicamente que existe la posibilidad de aprovechar una legislación que los autorice durante su Gobierno.

Hay un posibilidad, y digo sólo la posibilidad, de llevar el tema para que los Estados decidan. Este asunto además es muy incipiente. Yo, particularmente en principio estoy en contra, pero el tema puede ser conversado”, señaló el entonces pre-candidato. “Pero vamos a ver cuál es la mejor salida para esta cuestión. Lógicamente, tiene que tener una reglamentación. No hay que dejar ingresar tragamonedas, por ejemplo”, respondió Bolsonaro.

Pero la oposición al juego en su discurso llegó con contundencia el pasado miércoles, cuando Bolsonaro desmintió la noticia del “Correio Braziliense”, que señalaba que el electo presidente legalizaría los casinos en el país.

Esto es nuevo: ¡que yo voy a legalizar los casinos no Brasil! ¿Yo voy a legalizar los casinos en Brasil? ¡Nadie podría creer una mentira como esta! Nosotros sabemos que los casinos, si existiesen aquí en Brasil, serían una gran lavandería, que serviría para lavar dinero. Y también para destruir a las familias, mucha gente ya se entrega al juego y el caos se haría presente en el seno familiar, aquí en Brasil”, comentó Bolsonaro.

Cabe recordar que en diciembre del 2010, cuando la Cámara de Diputados votó la Subenmienda al Proyecto de Ley 2944/04 (Proyecto de los Bingos), el entonces diputado Bolsonaro votó en contra a la propuesta.

La esperanza de algunos analistas

Todo parece indicar que Brasil mantendrá su oposición legal al juego, al menos durante los próximos años de gobierno de Bolsonaro. Pero algunos analistas señalan que los juegos de azar volverán a la pauta del Congreso, principalmente por tratarse de una actividad alternativa para la creación de nuevos tributos.

Para Maghno José, responsable del popular medio BNL Magocom de Brasil, “personas próximas al presidente electo y al equipo económico saben que los juegos de azar pueden ser usados para mejorar la recaudación de las arcas del Gobierno a través de impuestos, inversiones y de la formalización y generación de nuevos puestos de trabajo. Además, no tiene sentido en ninguna economía del mundo mantener una actividad que mueve miles de millones de reales todos los años sin una reglamentación decente”.

El sector tendrá el desafío de esclarecer a los actores políticos que el juego no es nocivo para la sociedad, como los opositores insisten en ‘demonizar’ y manteniendo esta actividad en la clandestinidad. El Congreso Nacional tendrá que madurar y enfrentar el tema del juego de forma pragmática, sin involucrar cuestiones de orden moral o religioso”, señaló el periodista en su columna.

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