Las asociaciones de ex jugadores alertaron esta semana que “las llamadas de auxilio a nuestros centros se han multiplicado desde que empezó el confinamiento”. Juan Lama, director técnico de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar), agregó que "llaman los propios afectados, pero también sus familiares, desesperados ante un incremento de la adicción o ante el inicio de un enganche al que el encierro está contribuyendo".
Cabe señalar además que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, comentó el pasado miércoles que consideraban necesaria la limitación de la publicidad de los juegos de azar y apuestas online a la franja horaria de la madrugada: entre la una y las cinco de la mañana. Un decreto que entraba en vigor este viernes.
“La gente que está en casa se ha visto bombardeada por todo tipo de publicidad de juego online. A través de la televisión, de sus dispositivos móviles, de distintas plataformas...”, explica Lama. El resultado de esta sobre exposición, tras tres semanas de confinamiento, es revelador: nuevos adictos y recaídas de las personas que ya estaban en tratamiento.
Rosana Santolaria, psicóloga de Fejar, consideró que cada día hace terapia online con sus pacientes y es testigo de sus miedos y de sus comportamientos. “En lugar de ver el confinamiento como una oportunidad para abandonar su adicción, lo ven como un obstáculo más”, aclara la especialista. “Muchos están dándole vueltas a la cabeza, buscando una forma de volver a jugar”. Cuando uno de sus pacientes decide rehabilitarse, lo normal es que se auto prohíba en un censo oficial, es decir, se dén de alta en una lista que le impida el acceso a cualquier tipo de juego regulado por el Gobierno. Pero lo que está pasando, según explica la psicóloga, es que “estas personas tienen tal nivel de ansiedad, tanta angustia, que se están dando de baja en ese censo o al menos planteándoselo”, porque sienten una necesidad imparable de jugar. Otros están pensando en salidas ilegales, “como jugar en casinos que no están controlados por el Estado”. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los jugadores tienen un trastorno asociado de impulsividad, y presentan un comportamiento compulsivo.
“Los jugadores tienen que pasar 24 horas del día junto a sus familias, sabiendo que en muchos casos las han arruinado y que, encima, no tienen forma de solventar la situación, porque el coronavirus les ha dejado sin trabajo. La tensión en estos hogares es insoportable”, subraya José Giménez, presidente de la Asociación Sevillana de Jugadores En Rehabilitación (Asejer). “Esta situación le provoca una culpabilidad enorme al adicto, pero también puede generar mucho resentimiento por parte de los familiares”.