El juego ilegal offshore podría costar a la economía australiana casi USD 3.000 millones en cinco años

El juego ilegal offshore podría costar casi USD 3.000 millones en impuestos perdidos a la economía australiana en cinco años, así como en tasas de carreras y productos deportivos, a menos que se tomen las medidas adecuadas, señala el informe Australia Offshore Wagering Market Analysis 2023. El reporte reveló además que el mercado offshore ilegal en Australia tiene ahora un valor de más de USD 1.100 millones, aproximadamente el 15% del mercado total de apuestas australiano.

El informe, elaborado por la empresa independiente de análisis de datos H2 Gambling Capital en nombre de Responsible Wagering Australia, pronostica que, entre 2022 y 2027, los organismos de carreras y deportes podrían perder 1.600 millones de dólares en tasas de producto a los mercados ilegales de apuestas offshore, mientras que podrían perderse 1.300 millones de dólares en impuestos.

Los operadores extraterritoriales no tienen que contribuir con ingresos fiscales o tasas de producto, ni están obligados a proporcionar importantes medidas de protección al consumidor que sí ofrecen los operadores con licencia australiana. Como resultado, los operadores offshore pueden ofrecer precios más competitivos a los clientes que los operadores onshore con licencia, señalaron desde la firma.

Según el informe, el número de sitios de apuestas extraterritoriales dirigidos activamente a los jugadores australianos ha aumentado de 47 a 84 en los últimos cuatro años, incluidos los que permiten apostar con criptomonedas.

El informe concluye que "una vez establecido, es mucho más difícil eliminar un mercado de apuestas extraterritoriales", por lo que es importante "mantener un sistema amplio y justo de concesión de licencias para el mercado extraterritorial que favorezca a los operadores autorizados".

El análisis pone de manifiesto que "impedir la publicidad y la comercialización en el extranjero presenta una serie de inconvenientes importantes”. Y continúa: “Sobre todo, impide que los jugadores sepan qué sitios son legales y seguros. Además, las restricciones a la publicidad onshore dan a los operadores sin licencia una ventaja injusta, porque ya se anuncian regularmente en línea a través de sitios web afiliados, que son difíciles de controlar".

El director general de Responsible Wagering Australia, Kai Cantwell, afirmó que la prevalencia de las apuestas ilegales en el extranjero demuestra la necesidad de que “cualquier nueva normativa sobre el sector de las apuestas legales en línea en Australia se base en pruebas y tenga en cuenta las opiniones del sector, los organismos deportivos y los organismos de radiodifusión”.

“Es fundamental que las futuras reformas sean equilibradas y eviten que los jugadores australianos se vean obligados a trasladarse a otros países, donde la protección de los jugadores es limitada", afirmó Cantwell.

“Además, el fracaso a la hora de mantener un mercado de apuestas deportivas regulado de forma sostenible podría suponer una pérdida significativa de beneficios económicos para la economía australiana, así como para las industrias del deporte, las carreras y la radiodifusión", concluyó.

El informe señala además: "Australia es uno de los países más progresistas en cuanto a su enfoque del juego seguro y responsable en el país, con operadores autorizados sujetos a una serie de controles. Más recientemente, el Marco Nacional de Protección del Consumidor ha introducido una serie de nuevos mensajes obligatorios que deben aparecer en toda la publicidad sobre el juego. Además, los propios miembros de la RWA se han comprometido a garantizar que Australia tenga ‘la industria del juego mejor dirigida y socialmente responsable del mundo’”.

“RWA y sus miembros esperan con interés los resultados de la investigación de la Cámara de Representantes sobre el juego online y seguirán trabajando con el gobierno para debatir medidas sensatas que garanticen que los seis millones de australianos que disfrutan de las apuestas puedan hacerlo de forma segura", dijo Cantwell.